miércoles, 13 de junio de 2018

I'm not here


(uno del año pasado, cuando llevé las riendas de un taller de escritura)



Supe, desde ese momento, que nada volvería a ser lo mismo. Y digo “desde ese momento” porque fue ahí que vi el fuego triste en sus ojos. Porque fue ahí que la noche dejó de animarse a ser noche para pasar a ser un cuervo malherido, pidiéndole a la muerte que por favor se la lleve bien lejos, bien adentro.
La habitación estaba llena de gente y el olor a cerveza era insoportable. Había un par de pibas borrachas en un rincón que jugaban a sacarse selfies mientras chapaban de mentira, cuando en realidad morían por desgarrarse los músculos en una cama en la habitación de al lado, pero no les daban los huevos. Porque el camino es sinuoso y porque el alcohol es una gran nube que trae consigo lluvia y malas decisiones. Las carcajadas tapaban el bombo furioso del drum n’ bass que dejaba de sonar para darle paso a una de Radiohead. “Eeeehhhh qué bajon” se escuchó desde el baño, pero nadie amagó a cambiar ni nada. El grito desconsolado de Yorke empapaba los vidrios y los ojos de mi amigo Cristian, que estaba tirado en un sofá. Su cara estaba apenas iluminada por la pantalla del celular. Puro scroll en WhatsApp, pura nostalgia de lo que ya no será. Pepa le había pedido un tiempo y el pibe estaba hecho un trapo. Escabiando como si se terminara el mundo, como si alguien de los Récord Guinness le estuviera llevando la cuenta de su maratónico dolor.

Frente a mí, el cuerpo desgarbado de Paulita, arrojado en una silla como un vestido que ya nadie va a querer usar.

Fireworks and hurricanes
I'm not here
This isn't happening
I'm not here, I'm not here...

La canción le hablaba a ella o ella nos hablaba a todos, realmente no lo sé. Lo único que sé, y en lo que vuelvo a insistir, es en que nada volvería a ser lo mismo. Paulita miró el celular, el mensaje peor, el alma hecha un bollo, sus ojos estallando en todas direcciones y lloviendo sin llover. Me miró y desde la punta de la habitación movió los labios para decirme lo que no queríamos saber: “se murió mi viejo, boludo”.

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