martes, 10 de diciembre de 2013

identikit





"qué iluso que fui sólo por amarte
creí que podía ser tu dueño así..."







son las 3 de la mañana . lo sé por tu sonrisa borrosa y por mi cuerpo que no logra desatarse de la costumbre de tu cama . son las 3 de la mañana y esta sábana usada, caminada y bombardeada, me va a marcar la espalda con una suerte de geografía inexacta, mapa del mundo nocturno donde van a morir los sueños y la piel . siempre hago lo mismo . siempre repito el itinerario, copio a mano alzada tu cintura, reconozco el error, lo borro con el codo, desafino la nota más alta . siempre sé lo que viene después . un silencio ciego, tus brazos rodeando tus rodillas, mi lento caminar entre toda esta sombra y el bañito . la canilla gotea . desde que te conozco, gotea . va a seguir así porque nadie la arregla . va a seguir así porque no soy tu hombre, ni el hombre de esta casa . sólo soy un cuervo que supo anidar en tu ventana en tu peor momento . sólo soy un refugio de noches fuleras y palabras tontas . un turista del desastre y el bardo hermoso que supone ser tu vida . son las 3 de la mañana y pitas un cigarrito . en bolas, tiritando y achinando los ojos, disfrutando del tabaco que te da un puntapié en la sangre . la luz del baño es fría, fluorescente y se pegotea entre las costillas . me miro al espejo y digo en voz baja que es la última vez que me subo a un tacho con vos . los dos doblados de birra y tangos que no sabemos bailar . de la jeta y corriendo por la calle como animales desaforados, porque cayeron dos gotas y ya flasheamos que se viene un diluvio . digo en voz baja que es la última vez que vengo hasta este monoambiente con balcón francés, sobre una avenida que es la olla del peligro céntrico, en un barrio de guapos, inconscientes y puras mexicaneadas . tengo un partido de rugby de elefantes drogados loopeando en el bocho . enfoco la vista y sobre el mentón encuentro el cadáver de un raspón . y ahí nomás, la memoria acciona su maravilloso mecanismo de péndulos y engranajes, de nombres de minas random, de noches enfrascadas sin rotular . recuerdos estrechos y empedrados, de andar sinuoso y desconfiado . recuerdos que se inflan como globos en este bañito de 2x2 en pleno barrio de Monserrat . la gárgara larga del botón del baño tapa el ruido que hace mi panza, un poco por hambre, otro poco por angustia . más allá del azulejo suena un bandoneón quejoso y desolador, apertura propicia para el tanguito más triste de Los Piojos . y la melancolía es un cuchillo inoportuno e invisible, que se clava donde más duele y donde menos se deja ver . y esta melancolía es lerda para el puntinazo en la canilla, para la sal sobre la herida, para el llamado sin pensar a tu número que todavía guardo con un dejo de esperanza . me acuerdo de la noche en que te conocí, borracha, en una terraza por Palermo, hablabas con unos franceses en un resbaladizo inglés mitad francés desvergonzado . te vi y no pude creer, pese a mi duelo, mi saliva empantanada y mis moretones, que me parecieras tan radiante y luminosa en una noche tan cerrada y perdida como esa . tu boca bailaba al ritmo de la trabada y confusa conversación y hablabas de Montmartre y Sacré Cœur como quien dice de memoria las preposiciones . a-ante-bajo-cabe-con-contra-de-desde-en-entre-hacia-hasta-para-por-según-sin-so-sobre-tras-mediante y durante... durante 2 minutos estuve colgado mirándote, leyéndote el cuerpo, aprendiendo la curva de tu sonrisa, adivinando tus dolores . durante 2 minutos, que en esa cámara lenta de alcohol y curvas cerradas simbolizaron 30 minutos de una de mis noches más inverosímiles y maravillosas . creo que estabas descalza, y si así no fue, mi cabeza y el amor me jugaron una linda pasada . tenías un vestidito, como un campo de lavanda floreciendo en el cuerpo, no adiviné corpiño porque breteles no vi . supe en ese instante que, acto seguido, iba a entrar en tu vida, que iba a decir algo idiota, que ibas a captar la intención y te iba a parecer tierno, que esos franceses iban a desaparecer, que toda esta terraza entera iba a desaparecer junto con el mundo y todo el dolor acumulado, que íbamos a estar flotando en un asteroide de borracheras y sábados, que ya nada más iba a importar porque tus ojos se iban a confundir con los míos y si bien no sería amor inmediato, bien podría ser una suerte de hechizo, hipnosis o el deseo incontrolable de querer abrazarte y sentir que todo iba a estar bien para siempre . tuve una epifanía: tu nombre, la cama, el bostezo compartido . te reías y no sabías bien por qué . te reías y por eso fue la pausa de este mundo siempre tan a los pedos . gesticulabas y los franceses iban pegados a tu boca como moscas en un parabrisas . interrumpí, de manera torpe, con un vaso de birra en la mano . hice una pausa eterna con el dedo apuntando hacia el cenit mientras el nadir se me cagaba de risa . hablé de lo maravillosa que nos pareció esa ciudad, de sus barcitos perdidos, de las calles y su gente . de cómo nos cagamos de frío una tarde en la torre Eiffel, de la infección en mi ojo, del Louvre y la emoción en Notre Dame . hablé en un plural que me dejó en offside y mientras los franceses me miraban en perpetuo silencio, vos entendiste que ese pifie era totalmente sincero y de alguna manera, inevitable . y ahí fue que te parecí tierno y el resto es historia: el apocalipsis de la terraza, tu campo de lavanda inundando mi ropa, los dos chapando en un taxi desesperados por llegar al monoambiente del barrio de Monserrat . esa noche, nuestra primera noche, dejé pegada atrás del espejo de tu botiquín una lista, escrita con letra apurada y extasiada, de cómo las cosas que siempre planeas y proyectas llegan, pero a veces en formas inesperadas y no por ello dejan de ser geniales . el identikit rezaba caprichos y detalles de una mina que nunca iba a conocer, imposible, pero tenía que ser lo suficientemente fuerte el impacto para quebrarme la guardia y cagarme todos los planes . ahí estaba la gracia.





y se hicieron las 3 de la mañana . la atmósfera congelaba los fantasmas de viejos cuerpos que supieron caminar y hacer crujir el piso de madera de este monoambiente . vos en la cama, pitando, sonriéndole a la luna que entraba por la ventana, envuelta en humo y jazmines que decoraban tu mesita de luz . en el baño, el suelo frío, mi cara en pausa sobre el espejo, la mueca del miedo y la velocidad . con los meses aprendimos a saltar baldosas flojas, a rascarnos la barriga, a llenar el tiempo de películas y arrumacos sobre una cama que se transformó en capital de todas nuestras tardes, con o sin sol . con los meses aprendí a recordar en singular, a sonreírle a las viejas fotos, aprendí al pie de la letra eso de que para tener hay que soltar . vos te llenaste de algunas sombras y mensajes de ex novios que preguntaban por vos y por tus cosas . te acribillaron la puerta de tu casa, te pusieron en cuarentena el corazón . pudiste salir airosa, te pusiste el equipo al hombro y saliste jugando, con la cancha en la cabeza . te abracé en cada caída, en cada golpe a la paz de este departamento, en cada resbalón sobre la cama, en cada tropiezo por la alfombra levantada . arreglé el cuerito de esa bendita canilla y me raspé el mentón con el borde de la cama mientras buscaba tu animal mitológico una tarde en la que te bañabas y canturreabas una vieja chanson de Gainsbourg . me hablaste de Abelardo Castillo y de cómo te sentías unida por algún hilo extraño e invisible a La Sirenita . ahí entendí, por primera vez, que esto podía ser amor posta y algo más que un par de meses jugando a ver quién disparaba primero . te gustaba jugar con tu pelo y hacer lentos movimientos con las manos sobre mi cabeza, como interpretando melodías complejas que sólo vos escuchabas . murmurabas bien bajito, casi imperceptible, mientras tus manos dibujaban una órbita alrededor mío . el gato te escuchaba siempre atento, vos le hablabas al oído y el muy guacho iba corriendo al baño sobre sus piedritas . te hacía caso, yo te hacía caso, todo en este mundo te hacía caso .


son las 3.30 de la mañana . toco con un dedo el viejo raspón del mentón, la cicatriz . pasaron meses de esa noche en la que caímos en un remolino de cosas nuevas, de perfumes, de rutinas, de palabras inventadas . me miro en el espejo y no sé por qué carajo pienso que no voy a hacer más locuras a tu lado, que digo que es la última vez, que prometo no repetir errores, ¿quién soy yo para sentenciar semejante boludez? me miro en el espejo y veo a otro tipo, el que supe ser, abatido por el dolor de otra persona, enrollado por un mambo ajeno y tan injusto . la canilla ya no gotea . no gotea porque la reparó el hombre de tu casa . no te escucho pitar en silencio, el gato no maúlla . la casa está enmudecida, atrapada por los gritos que se escuchan a lo lejos en la calle . no estás sobre la cama, los jazmines no están en la mesita, el balcón francés no me devuelve la imagen de esa avenida apenas transitada del barrio de Monserrat . este monoambiente ya no es el tuyo, es mi casa, en Villa Ortuzar: un retrato de Riquelme dibujado a mano colgando en la pared, unos discos de los Redondos en el suelo, El que tiene sed sobre la mesa de luz y de nuevo, el quejoso y melancólico cantar del bandoneón de ese tanguito piojoso, atravesando las paredes acartonadas de este monoambiente sobre Avenida Triunvirato.


abro el botiquín y encuentro aquella vieja lista, el identikit de lo imposible, de la utopía que da marcha al viejo motor de los sueños . todos los puntos tachados, menos uno:


“Ya voy a conseguir un Hipogrifo que viva bajo mi cama. Vas a ver…”